l 01/03 a las 22:30 hs., Amigos de Merlo ha invitado al público a disfrutar de “Terapia”, jugando un poco con la idea de reelaborar y revisar ciertas cuestiones que siguen haciendo síntoma: la vivencia de una realidad paralela, cargada de fantasía y evasión. Seguramente no falta mucho para que se repitan las funciones de “Terapia” por Marquez-Gatto, bajo dirección de Sagardoy.
Esta adaptación de la obra de Martín Giner, sale del entorno íntimo del consultorio, con una puesta disparatada y dura, donde Daniela Sagardoy, a cargo de la dirección, coloca al consultorio en un contexto de calle. En puestas anteriores esta obra ha transcurrido en el espacio clínico del diván, pero aquí, el consultorio es un espacio en crisis, con residuos, con acumulación y desorden propios del linyera, pero sobre todo, esta escenografía no es más que el reflejo de lo que ocurre en la psiquis de estos seres humanos.
El conflicto entre dos personajes es interesante ya que no se termina de comprender quién es el que carece de contacto con “lo real”, y es el espectador, quien se asume y ubica en el rol del terapeuta, interpretando cuál es el trasfondo de los relatos dolorosos. El público se hunde en la historia, acertando y tomando posturas respecto de la situación, obligado por el mismo caos que incita a la búsqueda de orden. Alienados, invadidos por el curso de la historia, que como un río desbordado arrastra todo por igual sin distinguir propiedades ni pasados, los hombres heridos de desempleo, de pérdidas, de maternidades absorbentes, de la crisis de la familia, son el lodo que perdura luego de la inundación.
Es muy interesante cómo el vestuario establece categorías, que diferencian al analizado del analista, y cómo la postura corporal, el hilo de la conversación, el tono de la voz, están bien trabajados para reforzar los estados de salud mental de los personajes, cuyos roles son tan incoherentes, que, como dije antes, uno se ve obligado a ser terapeuta, a ver desde afuera, a construir un vínculo con lo que ocurre. Humor e ironía nos convierten en testigos de la fidelidad y el afecto que mantiene intacto el respeto que dos hombres sostienen entre si.
El final es fuerte, es emotivo. Y saber hoy que la desgracia no es una remota posibilidad, sino una ruleta que nos ronda a todos, nos convoca a saber que parte de lo terapéutico es poder armar una postura laxa, móvil, que pueda modificar y reconstruir el relato.
Muy recomendada, fuerte, irónica, rozando el humor y la crueldad.
por Andreina