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Un cuento de terror



Redacción Redacción

El día era noche. Su densidad entraba en los pulmones. Lo familiar se convirtió en lo más triste jamás imaginado.

El terror encontró su cauce en las tinieblas de la familia García. La mamá con poros que segregaban hiel tras una máscara humanista, el papá con rostro salpicado en sangre ajena despedazada en blanca piel con canutos de barba negra de orificios impuros, tras un semblante de un prestigioso psiquiatra. Mecha, su empleada, llevó de compras a Abril, la pequeña de cinco años, dijeron que salían por unos chocolates.


Sucedió un frío lunes de mayo en el que todo fluyó con sabio dolor. Avenida transitada, un estrepitoso motor se acercó a Mecha a toda velocidad, el sudor la invadió. La niña miró a los ojos y se soltó de la mano transpirada de la empleada, cruzó la calle con rapidez justo antes de que pasara el auto. Justo antes, justo, no siguió, la mató.


Frenadas, bocinas, gente, confusión. Mecha se arrodilló en un rio de sangre tibia, no podía tocar a la niña. Se imaginó muriendo con unos cuchillos con unos cuchillos de psiquiatra clavados en la yugular, mientras una mano de mujer humanista abría su pecho para sacar su corazón y ponerlo en el frezzer.


Ine Lanfranchi

Witkin09

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