Palabras en rojo y verde junto a la chimenea:
El pasto brilla con la lluvia de verano.
El cielo centellea celeste y dorado.
Las cerezas compiten con los ajíes por su traje.
El paso de madera va hacia la casa.
Dentro, los restos de fogata tiñen la chimenea.
Aunque es verano, ella recuerda las mañanas de frio.
La calidez de la promesa, la templanza de la palabra, el calor de la sopa de verduras.
En la noche del veinticuatro la chimenea recibe al misterio mientras por su tubo se elevan los pedidos:
un autito, botines, marcadores y lápices, carne con papas fritas, trabajo, un amor, un sueño, una despedida, esperanza.
Creyentes o no, el veinticuatro de diciembre es una noche de magia.
Muchos suponen que la magia está afuera y le pertenece al señor con ropa de sandía.
Pero la verdad es que la magia está en el deseo, en creer que alguien o algo hará posible aquello que quiero.
Ello es muy frecuente a partir del primer minuto del veinticinco de diciembre. Día de recibir los regalos pedidos, las alegrías esperadas.
Pero si todos asumimos nuestro propio poder y nos alineamos con lo que nos trae alegría, expresamos nuestra belleza más sublime, la que hace la magia verdadera y así todos nos transformarnos en Magos de nuestra vida.
Con este regalo, les soplo un cálido abrazo de fin de año.
Ine Lanfranchi.