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A los 88 años falleció el Poeta Santiago Enrique Menoyo



Redacción Redacción

 Santiago Enrique Menoyo vivió mucho tiempo en la provincia de San Luis, lugar que lo reconoció honrándolo con una calle y una biblioteca, que llevan su nombre en la ciudad de Justo Daract, nacio un 20 de febrero de 1928, Santiago Enrique Menoyo en la ciudad cordobesa de Villa Dolores. Fueron sus padres don Cesáreo Menoyo (español) y doña María Celia Contreras Castellano (argentina). Cursó sus estudios en la escuela Normal de Villa Dolores y los continuó en los colegios Santo Tomás y Corazón de María de la ciudad Córdoba.

Por entonces, aparecen sus primeras publicaciones en revistas y diarios locales. Pocos años después, comienza a colaborar como corresponsal en una selecta sección literaria que veía luz todos los domingos en el diario La Prensa de Buenos Aires. Recibido de Odontólogo, en la Universidad Nacional de Córdoba, Menoyo habíadecido instalarse con su esposa, Ana Teresa Fernández, y sus hijos – Antonio, Diego y Gustavo – en Justo Daract (San Luis). Allí, actualmente una biblioteca pública y calle llevan su nombre. En esa ciudad, Menoyo ejerció su profesión y su vocación, nunca perdiendo contacto con la Córdoba que lo vio nacer.En 1956, se le otorgó el “Premio Provincial Literario de Córdoba” por su libro Retorno, que fue publicado por el Ministerio de Educación y Cultura de la provincia. Al año siguiente, se lo distingue con el premio “Cuaderno Literario Presencia”, por su obra inédita Cuaderno de Canciones. Durantes esos años, también participa de la fundación y la colaboración de la revista Laurel, hojas de poesía, que nucleará los escritos de muchas figuras destacadas, como Alejandro Nicotra, Osvaldo Guevara, Rodolfo Godino, Guillermo Sarría, Carolina Vocos, Jorge Torres Roggero, Lila Velazco, Gaspar Pío del Corro y, por supuesto, el mismo Enrique Menoyo, entre otros. Antonio de La Torre le dedica, en el prólogo de Retorno, unas palabras de aliento para que el escritor siga en la ardua tarea de reescribir su obra: “creemos en el destino de Menoyo y es por eso que expresa con delectación heroica su profesión de fe cuando anota: Sea mi trabajo / ensamblar día a día / verso con verso / como granos la espiga”. Menoyo toma estas palabras como guía y, en la década del ‘60, publica Los Días (1960), premiado por el Consejo de Escritores de Buenos Aires. Luego, Realidad Cautiva (1964) y Afán de la vida (1969), con prólogo de su amigo Antonio Esteban Agüero. En 1975, Menoyo publica Destino, y su amiga María Cristina Carnelli Despósito destaca estos versos en el prólogo de la obra para recordarnos que, además de escritor, Enrique también era padre de familia: “Y yo poeta y algo más, camino, / cual otros, al trabajo cotidiano. / Bueno es ganarse el pan, pagarse el vino, / y pensar o sentir: lo dio mi mano…”. En Definiciones (1987), el poeta nos regala unos versos de Nostalgia: Arduo es el tiempo / que intercala / su adiós y su ceniza. Sin embargo, a pesar de no abandonar nunca la escritura, tienen que pasar dieciséis años para que Enrique Menoyo nos

muestre su Continuidad (2003):Posiblemente veas todo parecido / porque la vida sigue, porque vuelve la muerte. / Y el tiempo que las une y las separa / poco cambia. El

amor continúa / igual entre luces y ruinas. En el prólogo a su Antología Poética (2007), publicada por el Gobierno de la provincia de San Luis, Jorge Enrique Hadandoniou nos cuenta que la poesía de Menoyo es de las que se lee en voz baja, interiormente, porque allí el silencio establece su morada.Al comenzar el otoño de 2016, con 88 años recientemente cumplidos, el poeta, padre y abuelo, don Santiago Enrique Menoyo, decide reescribir su viaje. Santiago Enrique Menoyo será velado durante la tarde - noche del 23 y la mañana del 24 de marzo en la ciudad de Córdoba: Av. Patria 327, Los Capuchinos.


ALGUNOS POEMAS:


CAMPOS DE INFANCIA


Otra vez vuelvo a veros, oh campos de la infancia


Os creía un ensueño y existís plenamente.


Y aún conserváis los árboles que me alzaron la frente,


y el aire ventilado y su virgen fragancia.


Y estoy junto del río que sigue en la constancia


de correr y cantar igual y diferente.


El río que os alegra y os moja tiernamente


antes de que su anhelo lo esconda en la distancia.


Oh cariñosos campos, vuestro homenaje siento.


Y escucho vuestros pájaros que una vez fueron míos.


Y miro vuestras nubes desflecadas de viento.


Qué más puedo pediros. Me consoláis ya tanto.


Me devolvéis de pronto primaveras y estíos.


Recibid este asombro de mi amor y mi canto.


(Enrique Menoyo – Antología Poética, 2007)


A UN JOVEN POETA MUERTO


- Alfredo Otonello Guevara –


Crecía la mañana por la ciudad fragosa.


El cielo, entre las torres, era tu cielo amigo.


Y tú tan en la vida, sin ningún enemigo,


ibas poblando el sueño de tu verso y tu prosa.


Mas de pronto el espanto, la muerte sigilosa


desgarrando tu frente y tu pecho de trigo.


Un relámpago todo. Tu asombro por testigo.


Luego tu sangre joven, derramada y ociosa.


No podía creerlo. Era muy bello el día.


¿En dónde estaba el ángel que no supo guardarte?


Y vi tus ojos ciegos, tu piel ciega y dormida.


Desesperadamente tu muerte me latía.


Mi corazón buscaba llamarte, despertarte…


¡Muerto tú que empezabas a descubrir la vida!


(Enrique Menoyo – Realidad Cautiva, 1964)


CÓRDOBA


¡Ah, volver a tus calles, ciudad mía,


con el recuerdo vivo y confidente,


y escuchar las campanas del poniente,


y demorarme junto a tu Suquía!


Ir de nuevo a la plaza que tenía


para mi mocedad dichosa fuente,


cuando el amor era una luz ferviente


y el dolor no era sobra todavía.


La casa del amigo allá, me dice


de años de labores y confianza,


y esa ventana un sueño que deshice.


Mas todo no termina; y hoy al verte,


Córdoba fiel, rehaces mi esperanza,


contra el tiempo que escribe ya en la muerte.


(Enrique Menoyo – Realidad Cautiva, 1964)


NOSTALGIA


Tienes nostalgia de aquel pueblo


calcado por los ojos, por la infancia.


De sus calles, de sus veredas con naranjos,


de su plaza secreta, enamorada.


Nostalgia de sus días y de sus noches,


jubilosos de sol, altas de estrellas.


Y no puedes volver. Arduo es el tiempo


que intercala


su adiós y su ceniza.


(Enrique Menoyo – Definiciones, 1987)


CONTINUIDAD


Posiblemente veas todo parecido


porque la vida sigue, porque vuelve la muerte.


Y el tiempo que las une y las separa


poco cambia. El amor continúa


igual entre luces y ruinas.


Y valen como ayer los besos de una boca


apasionada; y lo mismo el olvido te ciega.


Las diferencias son efímeros sueños;


y aún la realidad se escapa de nosotros


que impacientes vivimos la


esperanza del mundo.


(Enrique Menoyo – Continuidad, 2003).

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