Juan Carlos Ortega estaba internado en Córdoba Capital desde hacía dos semanas. Ya imposibilitado de hablar por una esclerosis múltiple autoinmume, se comunicaba con Sara, su esposa, escribiendo sobre una hoja. Sus últimos deseos eran volver a Merlo,
Entró en su descanso de la vida terrenal a las 18 horas del la tarde del día 5 de abril. Una hora necesitó la familia para aceptar la partida y luego las notificaciones oficiales, los avisos y traslados. Gris y lluvia cubrían el camino de Altas Cumbres.
Llegaron la Villa del Merlo en la madrugada del 6 de abril comenzando con las despedidas.
Autoridades de toda la provincia se acercaron, amigos y familiares, los medios no daban a basto para llorar la noticia. Las redes sociales hablaban de su partida.
Juan Carlos Ortega me acompañó desde mi primer libro EL TAJO, recuerdo cuando estábamos en Morrison Tienda de Libros en el 2013 y por entre el público presente, pidió la palabra y me dio la bienvenida a la cultura de Merlo.
Mi segundo libro LABERINTO, en el 2015, surgió tras una muestra que hizo sobre violencia de género. Una vez escrito y en proceso de edición le pido permiso para que una de sus esculturas sea tapa. Aceptó con gusto.
Desde esta compañía confieso que no pude despedirme cuando su enfermedad estaba avanzada, suponía que lo incomodaría al verlo sin posibilidades de decirme lo que hubiera querido. Ayer fui al velatorio luego de muchas consideraciones, estoy despidiendo muchos artistas importantes y fundantes en mi crecimiento. Finalmente fuimos, con mis hijos a la noche. Deseaba verlo con los pómulos rosados y conversar con sonrisas pero a pesar de ese ideal pude recibir un mensaje y lo digo: "la vida es acción, acción es lo que queda después de nosotros, la quietud es la muerte."
Y para cerrar esta despedida traigo un lema de la familia Bodoc que Liliana repetía como oración. "En la acción está la bendición".
VIVAMOS Y DEJEMOS LA QUIETUD PARA DESPUÉS.
Ine Lanfranchi
Cristina Pollini